A principios del siglo 20, la mujer tenía en la sociedad antioqueña un papel que se circunscribía a la administración del hogar: responsabilidad que implicaba ser una buena esposa y buena madre o a la realización de diferentes oficios como maestras, cocineras, lavanderas, modistas, obreras de distintas industrias nacientes, oficinistas, secretarias o vendedoras en almacenes. El pensamiento, la intelectualidad, el arte y la cultura eran escenarios exclusivos de los hombres porque para la época se pensaba que carecían de las habilidades para su realización o que eran actividades que las distraían de su condición natural: el matrimonio y los hijos.