Es común en los últimos años escuchar el concepto de ciudades sostenibles, pero pocas veces se ha aventurado una definición. Empecemos diciendo que el concepto va mucho más allá del ámbito territorial y se relaciona con otros como ciudadanía mundial, cambio climático y la adaptación frente a los ciclos naturales del planeta.
Una ciudad sostenible es aquella en la que conviven en armonía las personas, las especies de fauna y flora, y los ecosistemas que los albergan. Es aquella en la que sus habitantes tienen una conciencia sobre el uso de los recursos que les proporciona la Tierra y en la que el desarrollo está movido por el bienestar generalizado.
Asimismo, es un espacio en el que cada actor de la sociedad está convencido de su papel transformador y del poder de sus acciones, a la vez que encuentra allí condiciones óptimas para el desarrollo de su vida; el gozo de un ambiente sano, con movilidad inteligente y limpia, y en el que se le garantiza la participación, la equidad de género y el acceso a la información para contribuir a la toma de decisiones.