El eternizador del tiempo

 

La pequeña cámara digital con la que hizo las fotos fue un “segundazo” muy bueno que compró en Ituango, el pueblo del norte de Antioquia al que llegó a finales de los 2000 para ejercer su labor de docente de sociales y artística en el colegio Diocesano Juan Pablo II. Alonso Antonio Echeverri salía a las afueras del pueblo en sus ratos libres y fotografiaba paisajes, pájaros, casas campesinas y al río Cauca que viajaba hacia al norte de Colombia en su recorrido al mar. Más que un profesional, era un aficionado de la imagen que buscaba vencer la desmemoria y el paso de los días: un eternizador del tiempo.

Podría decirse que este hombre de 68 años, unas cejas pobladas y un rostro serio que nada tiene que ver con su carácter amable y acogedor, ha sido un nómada la mayor parte de su vida: siendo un niño se tuvo que trasladar a Cañasgordas para hacer el quinto de primaria porque en el corregimiento de Llanadas, de Olaya, solo había hasta cuarto elemental.

Allá vivió en la casa de sus padrinos y al terminar el año escolar, empacó su pequeña maleta y se fue para el Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino, en Santa Rosa de Osos, a realizar el bachillerato. Desde el mismo momento en que atravesó la puerta del lugar sintió el llamado de Dios, quizás como el mismo profeta Samuel cuando era niño, y al terminar sus estudios decidió prepararse para ser sacerdote. Pero como dicen los viejos: “nadie conoce los caminos de Dios”, y cuando le faltaba un año para ordenarse se dio cuenta de que ese no era su sendero, sino el de la docencia, algo que también había aprendido en sus años de seminarista.

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“Todos vuelven a la tierra en que nacieron”

Para ir al corregimiento Llanadas, de Olaya, zona de influencia del Proyecto Hidroituango, se sube por una carretera que entre curva y curva va dejando atrás al río Cauca. La temperatura empieza a bajar y se ven algunos cultivos de café en las faldas de las montañas. Ya en el parque principal hay una bella iglesia de piedra a la que algunas reformas le quitaron parte de su encanto colonial, tan característico de las iglesias de Olaya y Sucre, el otro corregimiento de este municipio.

En Llanadas viven en su propio paraíso Alonso Antonio y su hermana Berenice, de 70 años. La casa es de paredes blancas con el zócalo rojo y rodeada de una fiesta de flores y colores que derrochan belleza bajo el sol: anturios, auroras, caucanas, cactus, curazaos, palmas de carey, azucenas y tulipanes, un corredor con butacos de madera que lo convierte en el lugar perfecto para tomarse un tinto, conversar y recordar los tiempos viejos.

La finca se llama Buenavista El Palmar, un nombre que le hace honor porque tiene una vista privilegiada para ver esa serpiente café que es el río Cauca, el puente de occidente y el municipio de Santa Fe de Antioquia. Alla volvieron los dos hermanos Echeverri después de pensionarse, Alonso Antonio de docente y Berenice como secretaria, una imagen que difiere de la mujer con ropa de trabajo y botas Machita totalmente preparada para las labores del campo.

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Los inicios del Proyecto Hidroituango

La docencia llevó a Alonso Antonio a Ituango en 2009, y por eso tuvo la oportunidad de conocer el Proyecto Hidroituango desde sus inicios. “Los caminos que llevaban a la zona de obras eran difíciles porque las carreteras estaban destapadas y uno se demoraba bastante para llegar. Me acuerdo de que fue tanta la novedad cuando se inició el proceso de pavimentación de la vía entre Ituango y Pescadero, que al construirse el primer kilómetro de carretera salieron los muchachos a montar en patines y bicicleta por todo eso”.

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Las primeras excavaciones para la construcción de los túneles.  (Foto: Alonso Echeverri).

Los fines de semana Alonso Antonio salía a caminar por las afueras del casco urbano del municipio y fotografiaba todo aquello que le llamara la atención. “La sensibilidad por la fotografía es innata, me gusta ver las cosas de otra manera, aunque no me gusta mucho salir en las fotos. Me encanta “paisajiar” y cazar, no con escopeta, sino con la cámara”.

En abril de 2011 Alonso Antonio, otro docente del colegio y el padre Felipe Pérez fueron invitados por el consorcio constructor del Proyecto Hidroituango a oficiar una misa en la zona de obras, y el 21 de julio de 2012, pocos días después de la celebración de la Virgen del Carmen, acompañó nuevamente al padre Pérez a la bendición de la maquinaria amarilla. Ambas ocasiones fueron perfectas para que Alonso Antonio eternizara con su cámara todo lo que pasaba en los inicios de ese sueño llamado Ituango. En las imágenes se ven las primeras perforaciones a la montaña para hacer los túneles por los que se desviaría el Cauca, las carreteras polvorientas y sin asfalto, el proceso de construcción de los campamentos para los contratistas y al padre Pérez con la caldereta y el hisopo echando el agua bendita a los vehículos.

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El padre Felipe Pérez bendiciendo la maquinaria amarilla. (Foto: Alonso Echeverri).

"Quiero volver al Proyecto"

La tarde de abril va cayendo sobre la finca Buenavista El Palmar. Polita, la perrita criolla de los hermanos Echeverri, hace rato se metió en su caja de cartón con la firme intención de no salir hasta que sirvan la comida. El radio sigue sonando canciones que evocan al recuerdo: Gardel, Los Cuyos o Leo Marini. Es momento de la despedida, pero antes de que los profesionales de Ambiente para la Vida de EPM cojan de nuevo el camino hacia el parque principal, Alonso Antonio trae entre sus manos algo que protege como si fuera un tesoro. Es un pequeño llavero en forma de casco de seguridad que dice “EPM Ituango”, un recuerdo que le dieron cuando algunos funcionarios fueron a socializar las características del Proyecto con los estudiantes del colegio.

“Creo que el proyecto Ituango es algo muy bueno para la región. Una felicitación para EPM que pensó en hacer esta magna obra que es desarrollo para nosotros y para el país…Ah, y no se le olvide escribir que me encantaría volver al Proyecto para ver cómo quedó todo eso que conocí cuando apenas se iniciaba”.

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