Para que podamos disfrutar de una buena porción de papa en nuestro almuerzo o endulzar las tardes familiares comiendo uchuva, es indispensable tener en cuenta tres procesos. El primero es la siembra y cultivo, el segundo es el riego y el cuidado, y el tercero, justo antes de recoger los frutos, es cosechar la tierra con mucho amor.
Este último proceso, para Clara Cruz, beneficiaria del proyecto Nueva Esperanza que opera EPM y su Fundación en Cundinamarca, es el más bonito. Clara lleva 34 años de casada con su esposo Ezequiel. Se conocen desde los 18 años. Fruto de esa unión nacieron 4 hijos, 3 de ellos ya son profesionales y lograron costear sus estudios gracias a la labranza del campo. Según algunos vecinos y la misma Clara, ella y su esposo nunca están solos. Sembrar las semillas, hacer el almuerzo y hasta tomar tinto hecho en leña son actividades para siempre hacerlas ‘juntos’.
La dedicación de esta pareja que aprendió a sembrar junta y que, además, le enseñó a sus hijos cómo cosechar, ha hecho que los productos que tienen en la huerta de su parcela sirvan para hacer ricos almuerzos, curar enfermedades de sus vecinos (con plantas medicinales) y también embellecer su paisaje con hermosas flores amarillas, las favoritas de Clara.
‘Es muy gratificante aprender a cultivar sus propios alimentos de consumo. Nos evitamos ir al pueblo a comprar’ expresa Clara. Como ella, muchos beneficiarios más han mejorado la economía de su hogar y su calidad de vida gracias al cultivo. Con el programa Incentivo y Fomento Agrícola que desarrolla EPM y su Fundación en el proyecto Nueva Esperanza, varios funcionarios entre ingenieros agrícolas y trabajadores sociales, acompañan la labor de siembra de las familias. Justo por los predios donde se realiza este programa, pasa la línea de energía de EPM en Cundinamarca. Aquellos quienes viven en el campo y cultivan productos, se han dado cuenta que este factor no afecta a los productos y que incluso, según Clara, ‘quedan más ricos’.
Recoger los frutos de la cosecha es el momento más emocionante para Clara y Ezequiel. Compartir juntos el instante donde ven maduros y frondosos los productos para el almuerzo se resume en tan solo 4 palabras: amor por el campo.