Música, trazos y poesía para pintar de colores los días
(…) De casta montañera,
corazón humilde
y singular berraquera.
Su mula es compañera
de viajes y aventura,
por caminos escabrosos
y enramadas montañas.
Van las mulas,
va el arriero,
cargados de caña,
van dejando huellas…
Este fragmento del poema “Arrieros” junto con otros relatos e ilustraciones de su autoría, llenan de magia y alegría la existencia de la familia Correa Murillo, quienes han encontrado en el arte y la cultura la oportunidad perfecta para encontrarse y tener proyectos y sueños en común.
Milady, una mamá joven y entusiasta, comparte con su esposo, Jamer, esta pasión que los ha llevado a pertenecer a grupos culturales e, incluso, publicar algunas de sus obras y ser referentes en su comunidad.
Sin embargo, lo más importante para ella, es ser referente para sus hijas, Sofía y Susana, quienes desde ya demuestran sus habilidades para la danza y la pintura: “además del amor por el arte, yo les inculco el amor por la educación, porque es esta la que nos permite tener criterios propios para tomar buenas decisiones, para tener una participación política y escoger buenos gobernantes, para abrir puertas y tener oportunidades”.