Los vestigios de una Medellín desconocida

Mucho se ha escuchado hablar sobre la “astucia y la berraquera” que caracterizan al pueblo antioqueño, además de su espíritu emprendedor, pero poco se sabe que esa herencia y ese tesón vienen de un mestizaje de diferentes pueblos entre los que predominan los pueblos indígenas.

Muchas de las costumbres de la región, provienen de esas prácticas ancestrales y propias de las tribus que los indígenas fueron instaurando en el territorio, entre ellas se encuentra la gastronomía, ya que no en vano la “bandeja paisa” tiene como base de preparación los fríjoles, uno de los alimentos más cultivados por ellos años atrás, al igual que el plátano y otros ingredientes que aderezan la variedad que se da en la zona.


indigenas


Foto:
El arqueólogo Pablo Aristizábal examina la tumba de Guayabal. A la derecha, uno de los trece volantes de huso de telar encontrados en ella.
(Fotos de Esteban Vanegas, El Colombiano)

 

Es oportuno mencionar que el Valle de Aburrá, una de las subregiones del departamento de Antioquia, toma su nombre gracias a una comunidad indígena: Los Aburráes, que algunos antropólogos catalogan como una subdivisión del pueblo Chibcha, también conocido como Muisca, y de otros como los Katíos. Lo cierto del caso es que debido a la colonización española y al acelerado crecimiento urbanístico que se vivió en el siglo XIX, es muy poco lo que se sabe de estos pueblos.

En Medellín se han conservado diferentes vestigios arquitectónicos de esta cultura; estos han sobrevivido al crecimiento urbano debido a su ubicación en lo más alto de las montañas o en los cerros tutelares, lugares desde donde a lo largo de la historia ha podido observar todo el Valle de Aburrá. Los Aburráes usaban estos sitios para sus rituales y cementerios, ya que así garantizaban una posición más cerca de los dioses.

En la también llamada Área Metropolitana, la modernización estructural en los últimos años ha facilitado una serie de hallazgos arqueológicos en el Cerro El Volador, en La Colinita, en Santa Elena, la Universidad Adventista y el Alto de las Flores en Envigado, además de un camino de piedra ancestral que comunica diferentes municipios de Antioquia con las salinas o lágrimas de sal usadas por los indígenas para la producción de sal natural, con la filtración y decantación natural.

Lo interesante de la ubicación de estos sitios solemnes y de rituales, es que forman una especie de medialuna en la ladera occidental del valle y posiciona estos lugares como sagrados para esta cultura, aunque se desconoce la finalidad mitológica de estos espacios, tienden a ser de gran importancia para comprender realmente los orígenes y las costumbres culturales que rodean el Valle de Aburrá.

Es posible que la información respecto a los aburráes sea poca; puesto que en algún momento de su historia estos fueron absorbidos por culturas indígenas más amplias como los nutabes y posteriormente por la inserción de comunidad española en Antioquia y sus valles.

Los habitantes de dichos entornos conservan la responsabilidad de posibilitar la preservación de ese arraigo cultural, además de transmitir y recuperar todo el amor y respeto que estas culturas han resguardado a lo largo del tiempo, por la naturaleza, el territorio, los bienes comunes y en general por todo aquello que nos rodea.


Cibergrafía:
https://issuu.com/pabloaristizabal1/docs/aburraes
LOS ABURRÁES: Tras los rastros de nuestros ancestros https://www.semana.com/cultura/articulo/medellin-indigena/22100-3/
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Medell%C3%ADn

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